domingo, 12 de julio de 2015

NUEVO POEMARIO...

todos asumimos
algo que esconder
¿dónde?
no sé de qué me habla
no lo nombro
y así duele menos
el padecimiento deambulando
por soportales
de ponderaciones volcánicas
arrastrándose
sobre una playa rocosa

de silencios 

martes, 15 de julio de 2014

GASTAR LA SUELA


Se le gastan los zapatos, los zapatitos hay que cambiárselos. Ahora se los muestro. El sol sometía la cabeza y el viento cálido del norte no dejaba pensar. La ruta estaba invadida por una pequeña nube fabricada por algún vehículo que cada tanto pasaba por allí.
Después de un tiempito se los cambiamos, por que cuando sale a caminar se le gasta la suela, y ustedes vieran como se le gastan. Ahora les muestro. Contaba la historia de la capilla. Carmen nos había visto desde la silla donde estaba sentada a la entrada de la Iglesia. Pintada de blanco se erigía desde 1745 junto a un mayorazgo que perteneció a un capitán español. Todo, o casi todo, permanecía intacto. Muy pocas mejoras le habían hecho para mantener lo más fiel posible el lugar. Ladrillos de adobe, la paja del techo y utensilios de época contaban la historia a través de sus palabras. Cada movimiento que hacía estaba surcado por la gota de sudor que bajaba de sus sienes.
El santo es San Pedro, ¿Lo conocen? Es muy cumplidor, yo me casé acá hace tres años. El sol de las tres de la tarde desesperaba frente a la ruta, la Iglesia estaba a pocos metros. Y este hombre, el español, tuvo un sueño y se fue a buscarlo al santo. Se vino sólo con él en caballo, y lo siguieron. No sé cuantos kilómetros, pero justo cuando llegó acá se levantó un viento enorme, el español le pidió al santo, vio, que lo ayude a despistarlos. Y así fue, lo ayudo, y se quedó acá. Explicaba mientras con la mano señalaba la figura. Dicen que fue el zonda. Es bravo el viento.
Con la idea del desgaste de la suela de los zapatos miraba como la tierra que caminabamos se nos iba introduciendo por las grietas del cuero de las zapatillas, los pies hinchados y la boca abierta al calor catamarqueño. Eramos testigos de la historia no contada por Buenos Aires. Eramos el zonda de mal humor por el calor tratando de escuchar el milagro de San Pedro en medio del desierto. Acá eran los calabozos, encerraban a los presos. No fue necesario decir a quines, nos miramos y supimos a quienes se refería. Esa parte de la historia por convicción y por dolor sabíamos de memoria.
La voz firme de Carmen, seguía relatando como era la vida en ese mayorazgo, no tan diferente a los actuales. No tan distante de las injusticias que salen en algunos medios. No tan distante nuestra cara en ver la verosimilitud del relato pensando cómo se gastaban las suelas, como las suelas se siguen gastando para esa gente de la zona de Fiambalá. La historia de ser parte del mayorazgo, la sensación del techo de paja desplomandose poco a poco dentro del tiempo. De unos bancos de escuela guardados allí adentro. Que paradoja, ya que esta parte de la Argentina durante muchos años no fue contada por las instituciones oficiales.
Pero como todo santo hay que cumplirle. San Pedro nos miraba mientras terminabamos nuestra conversación con Carmen.

Esa tarde desde que entramos a la Iglesia, escuchábamos sus palabras con suma atención. La historia del santo en una iglesia del norte de Catamarca cerca de Fiambalá nos dejaba azorados en nuestro camino de retorno a la capital de la provincia. La lucha por el poder, la religiosidad, los milagros y las creencias de los pobladores tenían otro carácter a la hora de ser leídos. Carmen no dudaba del desgaste de la suela, del milagro. Y como todo santo hay que cumplirle por que sino es muy malo 

domingo, 22 de abril de 2012


ACUÑAR





posesiones de ojos

que años tras años

subliman angustia

de vaivenes que sin reconocerlo

nos amalgaman

y se acumulan

en cunas fabricadas de caramelos

tras las cejas y pestañas

bañadas de rimel barato



ojos: posesiones

que no heredan la amalgama

de la noche

compulsa

de la palabra

ahuyento malos augurios

en un abrir y cerrar de ojos

pero siempre sin poner

el cartel de venta

entre mi ceño

ni de composición visual

entre mis huesos

de posesiones_ojos

no limitan

el autismos diario

controlado por el horario

pueril del matadero

no tiene suficiente

con la esférica sensación

de incluir belleza y decrepitud

humeando por entre

las paredes de la ciudad




DE UN LADO

y fotos
muchas fotos
millones de fotos
vida: de este lado del cristal
donde
se activa los pasadizos de la memoria
los besos no besados
el adiós nunca adiosado
ese tacto de la piel
imposible
un polaroid del tiempo
congelado
de preguntas
con un eco de olor a viento
del otro lado: sólo existen nucas
de exiguos cabellos grasientos
tuberculosos de vida
incompatibles a la humanidad
está: la nada llena
de genocidio
de aberraciones
del sin límite de la bestialidad
quienes dicen
de lunes a viernes
a las ocho ¿Qué hay para cenar?
de este lado en mi mesa quedaron
los restos de los macarrones
con salsa
y dos tenedores sin guardar


CONTINUACIÓN

desde el despertar
a la vigilia
fantasmas acosan
la sombra perdida
un transito
inmemorable
de gritos perdidos
por pasillos
y
escaleras
entre milagros
de ausencia
desde el ir y venir
se vislumbra
un hueco de luz
un apósito en el pecho
un vendaval cansado
de agitar la hojarasca
desde una ventana
abierta a la perpetuidad
de una ausencia perseguida
por túneles
y
pasadizos
hasta tocar el banquillo
del horror


martes, 20 de marzo de 2012

DIARIO DE RUTINA

6 de octubre Desde la ventana se ve toda la calle a lo largo. Los autos, los contenedores de basura, las doble filas de camiones descargando. Bocinas que no paran, no paran, sólo darle aviso a la nada. Así sucesivamente desde la ventana, a lo largo de la calle y de la mañana. Desde la silla veo parte de la calle pero si me paro y me acerco la veo a lo largo completa. Me siento frente a la computadora a terminar el trabajo para presentar al nuevo cliente. Un día largo y somnoliento se avecina. Vecino se avecina, el cliente se avecina, la pelotudez se avecina. Y así van a pasar las horas. Mejor apurarme. Rarme. Darme. Los autos, la basura. La noche con delivery, cocinar never in de never. Estaba terminando de armar una carpeta y me acordaba cuando era chica, más precisamente cosas de la primaria. Últimamente me ocurre eso, ¿Será vejez? Mejor no decirlo, ni pensarlo. Nos quedamos con las imágenes y las disfrutamos. siempre el mismo papel en lo actos, siempre el mismo papel. 4 de noviembre Tratar de ir cerrando los temas parece que viene diciembre y el mundo se acaba. Tal vez sí, y somos varios los que no nos damos cuenta. Tal vez se cierra el ciclo, y las fiestas ayudan a encontrarnos cebaditos y rellenitos para morir contentos. Ojeo desde la ventana a la gente que busca un pedacito de sombra al caminar. Todos con bolsas: regalos, comidas, bebidas, manteles, adornos para el arbolito. De hecho el negocio de enfrente puso a la calle uno lleno de adornos de todos los colores que parece una feria ambulante. Fiestas. Todo es una fiesta, que hay si o sí. Terminar el trabajo, el puto trabajo para el gordo sudoroso que no sabe ni cuanto dinero tiene en el banco. Y así la fiesta, llena de adornitos. 15 de noviembre Atascada con un archivo zip, que no me permite abrir. Y la loca soy yo. Llamé al chico de informática, y se todavía le está pidiendo permiso una pierna a la otra para venir a ayudarme. Se levantó y fue hasta la cocina a preparse el café de media mañana. La ciudad se hacía respirable con una brisa del sur, que menguaba la humedad del verano. 16 de noviembre Doscientas horas ayer para abrir el puto archivo de los cojones. Cada día entiendo más eso de matar al jefe, despellejarlo vivo. Ufff..., que horror me da pensarlo, el pensamiento mágico me persigue. Por lo menos de un soplido esfumarlo. Por la ventana otra vez la locura de los autos. Que insoportable la ciudad, vacaciones sí vacaciones. Despellejarlo, no no no no. El síndrome del sillón, ahí se les aplasta el culo. Carlos, casi me olvido de Carlos. Pobre otro delivery. Que se le va a hacer. La cocina para las plantas y el café. A ver si algún día me sorprendes. Sí claro, me voy a disfrazar de enfermera con látigo antes de prepararte una comida. Pero no se da por vencido, no hay caso insiste e insiste e insiste y me rompe las pelotas. Pero bueno es lo que hay. Despellejarlo, no quemarlo en la hoguera. Sí con grandes fuegos artificiales y muñecos gigantes y fuego mucho fuego. Carlos Carlos esta noche. Delivery y chau Carlos. El archivo dolor de cabeza fuego mucho fuego. 25 de noviembre La temporada parece terminar con buen saldo a favor nuestro, ergo los humores serán proclives a jornadas laborales amenas, el café será más sabroso que de costumbre hasta alguien en un descuido traerá algún comestible de la panadería. Saldo a favor, a favor de quien el saldo. El quiosco que veo desde mi ventana cada día coloca en el pizarrón de la vereda un nuevo anuncio de oferta. En realidad desde hace seis meses lo vengo observando es siempre la misma oferta, sólo que cambia de acuerdo a la fecha de caducidad de los sándwich o derivados que incluye en la súper promoción válida por hoy. Siempre pone lo mismo, lo mismo siempre, cada mañana el mismo ruido a madera mientras trata de abrirlo y que no se descuartice el pizarrón de la época de María Castaña. Saldo a favor, por favor un saldo, los humores, los humos, espacio libre de humo. Desde hace quince días me inclino a ver cerca del medio día quien entra al quiosco, quien se queda charlando, que proveedores circulan por allí. Y hasta lo chicos que cuidan los autos tienen su bunker allí. Parece simpático el panzón. Todos va a parar allí. Saldo a favor. buen humor, todos s ríen en la puerta de la tienda, la tienda de buen humor, se fumará en la tienda. ¿De la ventana se verá la fogata? ¿Habrá fogata? Desde la ventana sale buen humor.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Presentación del libro "El lado oscuro del agua" a cargo de la escritora Laura Lugones en la VI Feria del Libro de Ramallo


El lado oscuro del agua

de Clarisa M. Vitantonio



ojos



Se articula el tiempo

bajo mi piel

mis entrañas escupen palabras

convertidas en poemas

y espero la desesperanza del suicidio

mientras traiciono a mis ojos




Un manantial caudaloso de poemas, se despliegan en “el lado oscuro del agua” agua que parece no saciar la sed, pues el lado oscuro esta en sombras,

el lado oscuro no parece registrar el rayo del sol,

en estos ojos tan claros y trasparentes y tremendamente expresivos.

La sed despoblada en un vacío “apocalíptico de pliegues del alma arrugados”

Los pliegues de las arrugas acumulados cada año del tiempo y el peso verdadero de la palabra tiempo, eje de este libro que abusa en la ausencias, el tiempo inmóvilmente -fugaz que es como un fantasma al acecho en la poesía de Clarisa,
- observadora de la luz en sombras- teme que sus latidos, aquellos que deambulan en ese lado oscuro no queden encapsulados en versos,
tanto como la implacable sentencia de las ausencias.
Palabra que está en la mesa donde un plato vacío y un mantel blanco comparten el vino de la orfandad.
He leído y releído estos poemas y me cuesta buscar el término para ubicarlos, me encuentro ante poemas durísimos, apocalípticos, poemas tribulados, poemas que claman el infortunio, amargura, congoja, la desolación misma del ser.
También descubro que están escritos la mayoría de ellos con un elocuente enojo desde su bunker, que es la palabra, palabras en poemas a través de los que emana una identidad propia muy propia. Sin embargo también hay colores, rojo , azul, amarillo, y naranja como el de la cubierta del libro.
El conflicto que detonan los poemas de “el lado oscuro del agua”
provocan a los “fantasmas”
que “comen la tristeza del tiempo”,
“Entre los cinco minutos que me separan del suicidio diario”
en una “prisión diaria”
en “el ultraje de los números”,
para “escalar la catedral de tus silencios ,
y de la piel muerta y roída de poemas”

Todo hace alusión al tiempo, donde el aroma a café ronda en los espectros
Y una obsesión que lleva a aturdirse a través de la fuerza que da esta gran observadora a la que nada se le escapa, nada si está en la memoria de las ventanas.
Estos poemas maduros, de una profundidad singular declaran la imposición de estar y ser -esta soy yo- “carcelera de todos los Fantasmas”,
pero el último poema de su libro se titula “visión “,
y esa palabra sea quizás la que acaricia una posibilidad de luz en la oscuridad del agua, sabiendo que en el agua hay claridad, transparencia , calma, energía,
condimentos que a su poesía le sobran.
Dar vida al confinamiento del ser, -con poesías-
urdimbre poderosa que se aloja para cegar a las sombras.