martes, 20 de marzo de 2012

DIARIO DE RUTINA

6 de octubre Desde la ventana se ve toda la calle a lo largo. Los autos, los contenedores de basura, las doble filas de camiones descargando. Bocinas que no paran, no paran, sólo darle aviso a la nada. Así sucesivamente desde la ventana, a lo largo de la calle y de la mañana. Desde la silla veo parte de la calle pero si me paro y me acerco la veo a lo largo completa. Me siento frente a la computadora a terminar el trabajo para presentar al nuevo cliente. Un día largo y somnoliento se avecina. Vecino se avecina, el cliente se avecina, la pelotudez se avecina. Y así van a pasar las horas. Mejor apurarme. Rarme. Darme. Los autos, la basura. La noche con delivery, cocinar never in de never. Estaba terminando de armar una carpeta y me acordaba cuando era chica, más precisamente cosas de la primaria. Últimamente me ocurre eso, ¿Será vejez? Mejor no decirlo, ni pensarlo. Nos quedamos con las imágenes y las disfrutamos. siempre el mismo papel en lo actos, siempre el mismo papel. 4 de noviembre Tratar de ir cerrando los temas parece que viene diciembre y el mundo se acaba. Tal vez sí, y somos varios los que no nos damos cuenta. Tal vez se cierra el ciclo, y las fiestas ayudan a encontrarnos cebaditos y rellenitos para morir contentos. Ojeo desde la ventana a la gente que busca un pedacito de sombra al caminar. Todos con bolsas: regalos, comidas, bebidas, manteles, adornos para el arbolito. De hecho el negocio de enfrente puso a la calle uno lleno de adornos de todos los colores que parece una feria ambulante. Fiestas. Todo es una fiesta, que hay si o sí. Terminar el trabajo, el puto trabajo para el gordo sudoroso que no sabe ni cuanto dinero tiene en el banco. Y así la fiesta, llena de adornitos. 15 de noviembre Atascada con un archivo zip, que no me permite abrir. Y la loca soy yo. Llamé al chico de informática, y se todavía le está pidiendo permiso una pierna a la otra para venir a ayudarme. Se levantó y fue hasta la cocina a preparse el café de media mañana. La ciudad se hacía respirable con una brisa del sur, que menguaba la humedad del verano. 16 de noviembre Doscientas horas ayer para abrir el puto archivo de los cojones. Cada día entiendo más eso de matar al jefe, despellejarlo vivo. Ufff..., que horror me da pensarlo, el pensamiento mágico me persigue. Por lo menos de un soplido esfumarlo. Por la ventana otra vez la locura de los autos. Que insoportable la ciudad, vacaciones sí vacaciones. Despellejarlo, no no no no. El síndrome del sillón, ahí se les aplasta el culo. Carlos, casi me olvido de Carlos. Pobre otro delivery. Que se le va a hacer. La cocina para las plantas y el café. A ver si algún día me sorprendes. Sí claro, me voy a disfrazar de enfermera con látigo antes de prepararte una comida. Pero no se da por vencido, no hay caso insiste e insiste e insiste y me rompe las pelotas. Pero bueno es lo que hay. Despellejarlo, no quemarlo en la hoguera. Sí con grandes fuegos artificiales y muñecos gigantes y fuego mucho fuego. Carlos Carlos esta noche. Delivery y chau Carlos. El archivo dolor de cabeza fuego mucho fuego. 25 de noviembre La temporada parece terminar con buen saldo a favor nuestro, ergo los humores serán proclives a jornadas laborales amenas, el café será más sabroso que de costumbre hasta alguien en un descuido traerá algún comestible de la panadería. Saldo a favor, a favor de quien el saldo. El quiosco que veo desde mi ventana cada día coloca en el pizarrón de la vereda un nuevo anuncio de oferta. En realidad desde hace seis meses lo vengo observando es siempre la misma oferta, sólo que cambia de acuerdo a la fecha de caducidad de los sándwich o derivados que incluye en la súper promoción válida por hoy. Siempre pone lo mismo, lo mismo siempre, cada mañana el mismo ruido a madera mientras trata de abrirlo y que no se descuartice el pizarrón de la época de María Castaña. Saldo a favor, por favor un saldo, los humores, los humos, espacio libre de humo. Desde hace quince días me inclino a ver cerca del medio día quien entra al quiosco, quien se queda charlando, que proveedores circulan por allí. Y hasta lo chicos que cuidan los autos tienen su bunker allí. Parece simpático el panzón. Todos va a parar allí. Saldo a favor. buen humor, todos s ríen en la puerta de la tienda, la tienda de buen humor, se fumará en la tienda. ¿De la ventana se verá la fogata? ¿Habrá fogata? Desde la ventana sale buen humor.